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La lluvia y el sirirí

Aunque Colombia sólo emite el 0,6% de los gases de efecto invernadero del mundo, su nuevo gobierno ha apostado por la transición energética

En Colombia llueve, llueve y llueve. Aquí nunca ha habido estaciones, pero siempre, desde el conocimiento popular, las personas han hablado de invierno, al referirse a las épocas de mayor pluviosidad; o verano, para los días de viento y cielos azules, despejados. Ahora, todos estamos inmersos en aquel cuento de Gabriel García Márquez: Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo. 

En este país hasta el lenguaje tendrá que adaptarse a los nuevos climas, pues cada mes tenía un dicho. Por ejemplo: octubre de agua se cubre, abril aguas mil… Pero junio, julio, diciembre y los vientos de agosto… ya al resto de los meses habrá que buscarles palabras que rimen y que hablen de las lluvias. 

En los medios de comunicación no falta la noticia del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales: va a llover en los próximos 15 días, en los próximos tres meses, el resto del año. Ya no es noticia, es un sirirí (un canto que se repite y se repite). Y este texto es una repetición, como las gotas de agua que oigo caer en el techo de Casa Tres Patios y que, a veces, no nos dejan ni escucharnos. Pero una repetición necesaria. 

Y es que esta historia de las lluvias no pasa solo en Colombia, a pesar de que este país está entre los 11 más vulnerables a la crisis climática (al lado de varios países de Centroamérica, India, Corea del Norte, entre otros), hay muchos otros que pueden contar también cómo el clima ha cambiado en sus territorios hasta llevar a grandes desastres como las inundaciones y los deslizamientos, si hablamos de centímetros cúbicos, aunque no es el único caso.

Ahora, la pregunta es ¿y qué está pasando?, ¿qué ha cambiado? La respuesta no es nueva, ni distinta, pero se sigue haciendo énfasis en ella: este mes la ONU declaró que los combustibles fósiles son los culpables de las olas de calor en Europa, las inundaciones en Pakistán o las sequías en China. El carbón, el gas y el petróleo son la puerta de entrada al caos climático y aunque la misión no es fácil, la meta es clara para los países: descarbonizar el planeta para el 2050. 

Por esto, el nuevo gobierno de Colombia le apuesta a la transición energética, es decir, aunque este país solo emite el 0,6 % de los gases de efecto invernadero del mundo, todavía exporta la mayoría de los combustibles fósiles (alrededor del 56 % del territorio de las exportaciones son de carbón y petróleo), que se siguen quemando en otros países, contribuyendo al calentamiento de la atmósfera. Por eso, aunque parezcamos un sirirí, el canto tiene que continuar: debemos insistir en encontrar las maneras de producir y consumir energías limpias porque las consecuencias ya se han visto y, como si fueran una bola de cristal que muestra el futuro, nos dan un adelanto de cómo podrían ser las cosas sino hacemos algo distinto. 

Edificio Coltejer, Medellín, Colombia. Fotografía de Carolina Campuzano.
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