Juraguá Nuclear Power Plant. Current image. Photo by Daniel Antón Morera

Juraguá Nuclear Power Plant. Current image. Photo by Daniel Antón Morera

La era atómica cubana: un fantasma que habita el paisaje

by: Alessandra Santiesteban

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Dicen que por la Ciudad Nuclear ha surgido otro asentamiento. Un lugar con sus reglas y maneras propias de coexistir con otras zonas aledañas, otros ecosistemas, otras instancias naturales donde también abundan aves, insectos, reptiles… Porque allí, en aquel sitio, cuando la humanidad dejó de hacer de las suyas, se retomó la vida. Dicen que en ese lugar pasta el ganado, que los campesinos siembran en silencio para comerciar y comer. Dicen que corren aguas salobres y dulces que hacen felices a niños, ancianos y peces. Dicen que se vive muchas veces al margen, incluso de la ley. Dicen que este sitio no tiene nombre porque las palabras como las conocemos forman parte de cierta oficialidad que el lugar no comparte. Necesitamos ejercitar y/o reformular otras maneras (nuevas o viejas), afectivas o efectivas, de acercarnos a ella, de conocerla e interpretarla. Dicen que este paisaje asombroso, inaudito, surgió tras la fractura de un gran proyecto, algo inacabado aún hasta hoy, después de más de cuarenta años. El deseo atómico e inabarcable de una isla. El afán desbordado de un hombre. El sueño que se escapó de las manos…1

Esta es la historia de un lugar contada por las cosas que sucedieron, por las personas que habitaron y aún hoy habitan los espacios. Pero también por los espacios que ellas nunca llegaron a conocer y, sin embargo, persisten como un recuerdo insomne. Allí el pasado, el presente y el futuro se entrelazan con la ficción, con los márgenes de lo posible, con la promesa incumplida, con la ilusión y el fracaso, con la resiliencia y el desarraigo. Objetos, sonidos, planos, maquinarias, sensaciones que congenian más allá de la imaginación y la memoria.

Aquella obra del siglo

La central electronuclear de Juraguá (CEN), ubicada en el municipio Abreus, provincia de Cienfuegos, fue el proyecto industrial más ambicioso de la revolución cubana. Representaba no sólo la promesa de un futuro energético sino, también, la consagración del socialismo en la isla. La obra inició en 1982 con financiación y supervisión soviética. En principio, el acuerdo era construir dos reactores VVER-440 V318. El proyecto había nacido en 1974, a raíz de la visita del presidente Fidel Castro a la central electronuclear en la ciudad de Novo Vorónezh, a orillas del río Don, donde estudiaban muchos científicos cubanos. 

El objetivo de la planta era proveer hasta el 15% de la demanda de energía del país y ser fuente de empleos. De ahí que, paralelamente a ella, comenzara a erigirse la Ciudad Nuclear, un asentamiento que incluía viviendas e infraestructuras para alojar a los trabajadores del proyecto, muchos de los cuales provenían de la URSS, así como a los futuros operarios cubanos y a sus familias. La “ciudad maravilla” se localizó a escasos kilómetros de la futura CEN, en una zona donde antes solo había vegetación, animales propios de la zona y Castillo-Perché, un antiguo asentamiento de pescadores aledaño. 

Pero la “obra del siglo”, como la nombrara el propio Fidel Castro, fue detenida diez años después, en 1992, tras la caída del campo socialista y de la URSS, así como el aumento de la presión de los Estados Unidos. 

En ese momento, uno de los reactores estaba construido en un 75% y el otro en 25%. La sala de máquinas y otras edificaciones estaban también avanzadas. El costo de vidas y recursos era vasto. Todo esto, aparejado a la llegada del Periodo Especial, una de las crisis económicas más terribles que ha atravesado el país, trajo consigo que el personal cubano se viese en la necesidad de reinventarse y encontrar nuevas maneras de subsistir.  

Durante los años sucesivos hubo varios intentos de retomar las obras, pero fue imposible. 

Al igual que la planta, la Ciudad Nuclear quedó a medio construir. Con los años, sobre ambos proyectos cayó un velo de silencio y ocultamiento. Eran la imagen viva del fracaso de las utopías económicas y políticas. Aún hoy, hablar abiertamente del tema es tabú en ciertos círculos en la isla.   

Construction of the CEN. Archival image
Construcción de la CEN. Imagen de archivo
Construction of the CEN. Archival image
Construcción de la CEN. Imagen de archivo
Construction of the Nuclear City. Archival image
Construcción de la Ciudad Nuclear. Imagen de archivo

Micropolíticas de la ciudad y el paisaje

Las ciudades utópicas, así como los deseos desbordantes representados por edificaciones de ingeniería monstruosas, son paradigmas que concentran los anhelos de una persona, una sociedad o un país. Es el punto donde se reúne y densifica una visión de mundo, de vida. En este caso, un proyecto nuclear fallido.Desde el año 2017, colaboro con un grupo de artistas, activistas, científicos locales y de otras partes de la isla en la creación de acciones 2 que buscan conectar el arte, la comunidad y el medio ambiente. Dichas acciones abordan la historia, realidad y perspectivas futuras de los habitantes de la Ciudad Nuclear y sus alrededores y se apoyan en diversas prácticas como la escritura performativa, la producción audiovisual, la fotografía y la música, entre otras que han sido cruciales para desencadenar procesos de reflexión y trabajo colaborativo.

La gente de la Ciudad Nuclear y de Castillo-Perché tienen un enorme potencial de ser pensados, resignificados. De ahí que trabajar desde lo micropolítico, desde la vida que acontece cada día –humana, vegetal, animal–, desde la ruina del reactor que domina el paisaje, ha sido nuestro deseo como artistas e investigadores. 

Adentrarse en las fisuras, en las rupturas, en las ruinas donde las capas de distintas épocas se encuentran y coexisten ha sido nuestro propósito. Es precisamente allí donde hemos llevado a cabo acciones cuyo objetivo ha sido la escucha y la reinvención del “territorio” (a partir de las experiencias de sus habitantes e incluso de las nuestras) con la esperanza de que continúen resonando tiempo después y que contribuyan a una mejor comprensión, compartición y conexión con el espacio.

Cuando pensamos en esos intersticios, esas fisuras, esas grietas, las entendemos no solo en la fisicalidad del lugar, sino también en las capas de la(s) historia(s) donde esos imaginarios continúan conviviendo. Hay algo importante no solo en lo que ya no existe: una ciudad, un reactor, una obra monstruosa; sino también en la posibilidad del desbordamiento. No solo de lo que fue, o es, sino de lo que pudiera suceder. ¿Es posible que un reactor perdido en la maleza y el olvido mute hacia algo más? ¿Es posible que se repita la historia? ¿Es posible contener una catástrofe inminente?

Viviendo cerca de un mito

¿Por qué esta “ciudad” se siente ajena? ¿Por qué es tan difícil aquí echar raíces? ¿Cuándo fue la última vez que pensaste en no abandonar este sitio? Los pobladores de la Ciudad Nuclear y sus alrededores tienen la certeza de que la cercanía de un reactor inconcluso no es un hecho aleatorio. Vivir cerca de un mito dista de ser un destino casual.

Desde el comienzo de la CEN, mucha gente ha pasado por allí. “Los primeros en llegar fueron los constructores búlgaros, de la brigada Venceremos, en 1975. Después se sumaron los rusos, a quienes nadie llamaba soviéticos, sino rusos”,3 me contó Olga hace algunos años. Olga era cajera en el supermercado donde compraban las familias rusas. Durante esa época, cerca de dos mil personas de la Unión Soviética convivieron con los cubanos. Sin embargo, cuando se detuvo el proyecto todo el mundo comenzó a marcharse. Olga trabajó con la última familia que se fue de Cuba. Él era uno de los supervisores que estuvieron hasta el final del desmantelamiento de las instalaciones.

No obstante, esta zona del municipio Abreus ya contaba con un asentamiento con más de trescientos años de antigüedad. En el siglo XVIII, los españoles construyeron un sistema de fortificaciones cuyo centro fue la Fortaleza Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua. El movimiento constructivo fue atrayendo mano de obra que se asentó en el lugar y comenzó a identificarse con el nombre de la empresa constructora Castillo de Jagua.

Actualmente los pobladores de Castillo-Perché tienen una gran tradición pesquera, siendo este su principal medio de sustento. También hacen hornos de carbón (combustible utilizado para preparar alimentos), lo que ha sido una fuente de ingresos útil tras el aumento de la crisis económica en Cuba en los últimos años. Esta comunidad posee un gran sentido de pertenencia. Allí el lenguaje local está marcado por la identidad marítima. Además gozan de una rica tradición oral relacionada con la pesca, el arte culinario, cuentos, mitos y leyendas. Castillo-Perché colinda con la Ciudad Nuclear y, por ende, se encuentra ubicado muy cerca de la CEN.  

“La ‘gente de mar’ es distinta a la ‘gente de montaña’. Los de ‘montaña’ llegaron de golpe, como llegaron los edificios. Ha sido una relación difícil. Tomó tiempo, incluso sangre”, me dijo Atilio Caballero, director de Teatro de la Fortaleza: agrupación que desde hace más de dieciocho años radica en el lugar.

Cuando se detuvieron las obras de la central, la mayoría de los científicos, ingenieros y personal calificado que vivía en la Ciudad Nuclear se trasladó hacia otras partes de la isla. Poco a poco llegaron personas del oriente del país, en busca de mejoras económicas. Muchas de ellas carecían de estudios y estaban forjadas en el trabajo rudo. Algunas se quedaban una temporada y luego se trasladaban hacia otra parte. Este fue el inicio de un desplazamiento demográfico que aún hoy es perceptible.

Todo ello, añadido al abandono histórico sufrido por la Ciudad Nuclear, ha favorecido la doble marginación: externa e interna. Lo que ha traído fuertes consecuencias a nivel sociológico: el aumento de la violencia de género, el machismo, la homofobia y la transfobia, así como la constante migración de jóvenes, algo que se ha incrementado enormemente en los últimos años.

Juraguá Nuclear Power Plant. Current image. Photo by Alessandra Santiesteban
Central electronuclear de Juraguá. Imagen actual. Foto de Alessandra Santiesteban
The Juraguá nuclear power plant as seen from the Nuclear City. Still from the short film La bahía (The Bay, 2018). Directed by Ricardo Sarmiento and Alessandra Santiesteban.
La central electronuclear de Juraguá vista desde la Ciudad Nuclear. Fotograma del cortometraje La bahía (2018). Dirección de Ricardo Sarmiento y Alessandra Santiesteban
Jagua-Perché Castle. Current image. Photo by Alessandra Santiesteban
Castillo de Jagua-Perché. Imagen actual. Foto de Alessandra Santiesteban

La realidad que nos contiene

Aunque la Ciudad Nuclear carece de una infraestructura cultural inicial (cines, teatros, centros de ocio), algunos centros e instituciones locales, como la Casa de Cultura CEN Luis Romero, han desarrollado acciones socioeducativas que involucran a la comunidad. Lo que ha sido herramienta efectiva para impulsar la inclusión y la cohesión social.

Además me gustaría mencionar la producción de Teatro de La Fortaleza, un centro de investigación, un taller de formación y producción teatral; no solo inspirado en temas y problemáticas de la CEN, sino en un acto de resistencia artística al mantener allí su sede y su práctica diaria por casi dos décadas. Teatro de La Fortaleza ha sido reconocido nacional e internacionalmente a través de su participación en numerosos festivales y eventos. 

De manera general, el trabajo de estas entidades con niños, adolescentes y jóvenes ha sido decisivo para explorar la identidad cultural y desarrollar habilidades sociales y emocionales. El fomento de la música, la danza, el teatro, la literatura han promovido la autoexpresión y el sentido de pertenencia con el entorno. En el caso de los adultos –aquellos que, por ejemplo, estuvieron vinculados a la CEN y en los que abunda la apatía, la desconfianza y la falta de fe–, su participación ha sido una forma de mantenerse activos y poder compartir sus experiencias de vida y conocimiento con los demás.  

No obstante, aunque este tipo de iniciativas han sido de gran importancia, no son suficientes para hacer frente a otras problemáticas latentes, tales como la violencia de género, el machismo, la homofobia y la transfobia. Para ello es vital la implicación de otras entidades, locales y de la región que asesoren y acompañen a la comunidad, lo cual sería un incentivo para crear un ambiente más seguro y solidario para todos sus miembros.Por último, quiero mencionar algunas obras que en los últimos años han visibilizado internacionalmente el misticismo del espacio y las historias de sus habitantes. Entre ellos el largometraje La obra del siglo, dirigida por Carlos Machado Quintela; el cortometraje Natalia Nikolaevna, de Luis Alejandro Yero y Adrián Silvestre; el documental Bretón es un bebé, de Arturo Sotto, entre otros. Así como Franjas, del novelista y director teatral Atilio Caballero y la poesía de Katherine Bisquet a través de su libro Uranio empobrecido.4

The path of the blue waters project. Coordinated by Karina Pino Gallardo, Atilio Caballero, and Alessandra Santiesteban. El Tráiler Collective, June 2022. Photo by Karina Pino Gallardo

The path of the blue waters project. Coordinated by Karina Pino Gallardo, Atilio Caballero, and Alessandra Santiesteban. El Tráiler Collective, June 2022. Photo by Karina Pino Gallardo
Proyecto The path of the blue waters. Coordinado por Karina Pino Gallardo, Atilio Caballero y Alessandra Santiesteban. Colectivo El Tráiler, junio de 2022. Fotos de Karina Pino Gallardo y Daniel Antón Morera

Atravesando las aguas azules

¿Cómo nos posicionamos ante la realidad que nos contiene? ¿Cómo habitamos la responsabilidad del espacio urbano y de la sostenibilidad en las relaciones con su medio ambiente? ¿Cómo comprometernos a actuar contra aquellos hechos de los que no nos está permitido conocer y participar? ¿Es posible que un reactor perdido en la maleza y el olvido mute hacia algo más? ¿Es posible que se repita la historia?

Cuando la CEN fue paralizada, el ecosistema alrededor volvió a crecer y a regenerarse. La flora ganó terreno. Las aguas subterráneas (abundantes en la región) invadieron los espacios construidos. Las tierras en derredor fueron tomadas por siembras de campesinos, que además llevaron allí sus animales (vacas, cerdos, chivos) y hoy son incluso las zonas donde viven (no siempre legalmente) personas que migran del oriente del país en busca de mejores posibilidades económicas. Durante estas últimas tres décadas, todo un ecosistema marino y terrestre (de vida humana, animal, vegetal) ha poblado el área y se ha asentado en él, cubriendo la ruina en que se iba convirtiendo la gran estructura industrial. Hoy es un entorno que se extiende sólidamente en los alrededores de aquella construcción. Sin embargo, todo esto podría estar a punto de cambiar.

En diciembre de 2015, el gobierno cubano anunció a través de medios oficiales acerca de la implementación de un confinatorio nacional de desechos tóxicos en las instalaciones de la antigua central electronuclear de Juraguá. La noticia, además, apareció dentro de la Estrategia ambiental nacional 2016-2020 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Sin embargo, hasta hoy en día, no ha sido constatable que los miembros de las comunidades circundantes hayan tenido acceso a información actualizada y periódica sobre ello.

Muchas veces el germen de un proceso es la continuación de otro. Muchas veces el objetivo de compartir una pregunta o una problemática con otros es hallar caminos donde la investigación lleve a otros/nuevos espacios que traduzcan esta pregunta o problemática a procesos que generen su propio camino y se conviertan en secuelas de aquel gesto primario.  

Las iniciativas desplegadas durante estos años también se han centrado en fomentar vínculos entre  los habitantes de la zona y su entorno natural. Nos ha interesado tomar el trabajo realizado en investigaciones académicas y de especialistas de ramas científicas e intentar enriquecerlas a través del conocimiento y la participación local. Todo ello teniendo en cuenta quiénes son, cómo se sienten, qué lugar tienen en este micromundo (dígase Ciudad Nuclear, Castillo-Perché, etc.) y los sistemas de relaciones que en el cotidiano se establecen entre ellos y el paisaje que les rodea. De ahí que aunque los proyectos nazcan de un obrar con lo íntimo y lo biográfico, lentamente se van uniendo a la colectividad, al contexto, y sirven de materialidad para construir nuevas narrativas que alteren las narrativas oficiales.  

Ha sido afán el incluir todas las voces y todos los cuerpos (con sus hábitos, sus dinámicas, sus intereses individuales), así como preguntar y escucharnos como entes partícipes de este pequeño universo. Crear alianzas con el territorio que nos permitan compartir relatos comunes a otras personas, otras ciudades, otros ecosistemas, otros senderos, otros lagos azules nacidos tras el derrumbe de una utopía. Ha sido afán habitar el registro y el resguardo de la memoria de los proyectos para que se conviertan en detonadores de otras individualidades, procesos, colectivos. Vivir un tiempo y un espacio dejando a un lado incluso las palabras para comunicarnos de otras maneras, para revelar algo en este camino, no una gran verdad, sino un deseo.

The blue lakes. Natural environment in areas surrounding the CEN. Current image. Photo by Alessandra Santiesteban
Los lagos azules. Entorno natural en zonas aledañas a la CEN. Imagen actual. Foto de Alessandra Santiesteban

Dicen que por la Ciudad Nuclear ha surgido otro asentamiento. Dicen que hay caminos para llegar a él, aunque la mayoría de ellos se pierden en la maleza. Los mapas no los contemplan. Los mapas que conocemos no saben ver. Dicen que en ese lugar pasta el ganado, que los campesinos siembran en silencio para comerciar y comer. Dicen que los vecinos utilizan los sitios de vegetación y antaños espacios para uso industrial como lugares de esparcimiento. Dicen que este paisaje asombroso, inaudito surgió trás la fractura de un gran proyecto, algo inacabado aún hasta hoy, después de más de cuarenta años. El deseo inabarcable de una isla. El afán desbordado de un hombre. El sueño que se escapó de las manos. El comienzo de un viaje que aún no termina. 

Bienvenidos. 

Alessandra Santiesteban

Artista, escritora

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