De polvorientos sistemas hidráulicos y seres resonantes
by: Ritaban Gosh
by: Ritaban Gosh
Traducido por Lola Malavasi
En Deucha Pachami, la mina está perforando la vida, los bosques, el aire y la cotidianidad que la rodean. Un vasto proyecto que abarca dos bloques de carbón, 12,28 kilómetros de desechos en el distrito de Birbhum, en Bengala Occidental (India), Deucha-Pachami (9,7 km²) y Dewanganj-Harinsinga (2,6 km²) remiten al azar como una cadencia de la desconfianza, el polvo como dividendo del desarrollo, y la violencia como gramática de la polis. La zona es geológicamente única debido al grosor inusualmente alto de la veta de carbón, que se produce entre capas difíciles de partes rocosas no-carboneras e incluyen rocas basálticas duras de origen volcánico de entre 90 y 245 metros. Este yacimiento, de 2.102 millones de toneladas de carbón (el segundo mayor bloque del mundo), tiene el potencial de atraer inversiones público-privadas por un valor de 3.000 millones de dólares. La extensa excavación de la mina a cielo abierto requiere la eliminación de todo lo que se encuentra por encima de la veta de carbón, desde hogares, hasta historias. Su recorrido, de 1 kilómetro de profundidad, tendrá consecuencias trascendentales y perturbadoras para los ecosistemas, la agricultura, el agua y el clima de la región. Se espera que el traslado de más de 21.000 personas provoque revueltas y, potencialmente, criminalidad, replicando las experiencias de otras regiones mineras próximas, como Khayrashol y Raniganj. Estos asuntos tienen profundas implicaciones para el tejido social y la estabilidad económica de las comunidades afectadas. Hacen eco de un patrón más amplio de comunidades indígenas que cargan el peso de la explotación corporativa que agita las velocidades electorales de la economía y la exportación. Las luchas históricas de estas comunidades por el derecho a la tierra y la preservación de su cultura las convierten en figuras centrales de la resistencia en contra de esta iniciativa. La huella medioambiental del proyecto Deucha-Pachami es otro motivo de alarma. La remoción de 1.400 millones de metros cúbicos de yacimiento basáltico para acceder al carbón mediante constantes voladuras, supone un riesgo adicional, pues podría causar temblores en la tierra que resulten en derrumbes. Aunque el gobierno ha prometido una suma de 10.000 millones de rupias en indemnizaciones y medidas de rehabilitación, la población local alberga profundas dudas sobre las consecuencias del desalojo y la consiguiente convulsión que esto pueda causar a sus vidas y medios de subsistencia. La adhesión del gobierno a las disposiciones de la Ley de Derechos Forestales, que salvaguarda los derechos de las comunidades que habitan en los bosques, también ha sido objeto de escrutinio. La minería a cielo abierto para extraer carbón es un acto para generar toxicidad. Transformar ese tóxico en energía genera más residuos, que a su vez requieren de más tierra para eliminarlos. Este destierro de reclamos crea una grieta metabólica, que se extiende desde las formas de vida conocidas, hasta la aspiracionalidad forzada. El registro pasa de simbiótico a explotador, de comunitario a nuclear, de sostenible a consumible.
Google. (s.f.). [Localización de Deucha Pachami]. Recuperado el 9 de noviembre de 2023, de https://optimizeias.com/deucha-pachami-coal-block/.
A menudo, quienes están inmersos en las subjetividades relacionales de los movimientos sociales cuestionan qué determina el éxito o el fracaso de una movilización. Los movimientos sociales suelen evaluarse a través de diferentes lentes. El modelo “WUNC display” destaca el valor, la unidad, los números y el compromiso como elementos cruciales. Para que surja un movimiento popular, la causa debe considerarse digna, evidenciada mediante acciones unificadas, una participación sustancial y una dedicación inquebrantable. 1 Los movimientos que triunfan, alcanzan múltiples indicadores de éxito: amplían los derechos democráticos a través de marcos constitucionales multiculturales, alcanzan influencia política, y fomentan identidades colectivas para la acción conjunta. Estos movimientos pretenden remodelar las estructuras sociales y la distribución de recursos. Los más eficaces cultivan un “electorado consciencia” que incluye el apoyo de entidades influyentes como organizaciones gubernamentales, medios de comunicación de masas y corporaciones.2 Seis elementos fundamentales sustentan estas victorias: reconocer las carencias de la sociedad, proponer soluciones, difundir ideologías, los eventos catalizadores, mantener la apertura de la sociedad al cambio y movilizar recursos. La difusión de ideas en la sociedad es vital para el éxito.3 Es más probable que los movimientos prosperen si están dirigidos por organizaciones indígenas en alianza con grupos no-indígenas a nivel mundial. Esta alianza se consigue por medio de la “externalización-internalización”,4 a través de la “valorización global del indigenismo”5 que resulta del uso efectivo por parte de los pueblos indígenas de una “política de la moralidad”6 Es esencial reconocer que estos movimientos existen en un contexto marcado por acontecimientos. No están conformados únicamente por participantes activos o reacciones pasivas, sino por figuras sociales dinámicas que influyen en la interpretación y evolución de los eventos.7 Ciertamente, es importante que los encuentros transformen de forma cuantificable las políticas públicas y garanticen su continuidad, reflejada en los cambios constitucionales, la representación gubernamental y la promulgación de leyes. Sin embargo, una perspectiva hermenéutica más entrelazada también podría considerar el hecho de que el éxito del movimiento radica en su mera materialización, en que sucedió, de que son actores sociales que juegan un rol y negocian vectores compensatorios de disidencia en sí mismos dentro de su paisaje temporal.
Captura de pantalla de Jitkour [Vídeo]. Oddjoint Production (2023). Recuperado el 9 de noviembre de 2023, de https://www.youtube.com/watch?v=lMvz1x70UBE
Las palabras son obras.8 Son esfuerzos intencionados no solo para enunciar o describir, sino para manifestar realidades. Cuando se niegan las reproducciones lingüísticas mediante la abjuración de la agencia de producción, intercambio y difusión, y la autoridad de la subjetividad, con ello se niegan también las realidades particulares y el derecho inherente a la autorrepresentación. Cuando las tendencias industriales extractivistas intervienen en un espacio indígena, deben representarlo como improductivo, árido o desechado para hacerlo fértil para la abstracción. Esto ignora los ricos conocimientos, prácticas y patrimonio cultural indígenas locales que han evolucionado a lo largo de generaciones y hacen hincapié en el entrelazamiento de todos los seres vivos con el medio ambiente. 9También pasa por alto las economías indígenas, que siguen sus propias rutas autodeterminadas de desarrollo, derecho y educación, sistemas no-monetarios afinados con precisión, basados en principios de reciprocidad, equilibrio y armonía con la ecología local.10 Sostener esta narrativa implica utilizar la violencia epistémica para negar las realidades de los pueblos por medio de crear brechas intencionales en los procesos cognitivos. Estas brechas surgen de una priorización estructural de un sistema particular de conocimiento (el de los grupos dominantes), visto como preciso, valioso, superior y seguro, por encima del otro sistema de conocimiento (el de los grupos oprimidos).11 Se debe trazar sistemáticamente los contornos y límites de la imaginación y la percepción, anulando, borrando, descartando y exterminando valiosas epistemes marginadas y a quienes las portan. A menudo se niegan estas injusticias, creando un “universo falsificado” en el que el desplazamiento suele racionalizarse como medio para reducir la pobreza, a pesar de que beneficia a los ricos, al tiempo que agrava el empobrecimiento de los pobres.12 Esto es inherente a la intrincada interacción de los conceptos de casta, pureza y contaminación en la India.13 Estos elementos impregnan la tierra, los bosques y el agua de jerarquías sociales complejas, reafirmando representaciones culturales específicas y validando o invalidando espacios, individuos y comunidades. Esta dinámica también perpetúa la estratificación social, desencadenando conflictos y violencia. No obstante, también proporciona plataformas para resistir a la opresión.
Shubhankar Sengupta, Sin título (2021). Cortesía del artista.
Sostengo que un indicador fundamental del éxito de la resistencia y la movilización es si ha creado estructuras epistémicas alternativas que contrarresten la asfixia de aquellas estructuras impuestas por el gobierno y el capital. En el contexto de los entornos indígenas de Bengala Occidental, el agenciamiento marginado se demuestra en la educación sobre los movimientos sociales y la descolonización de espacios físicos como bosques y ríos. Por eso son cruciales los métodos de aprendizaje basados en la movilización social14 ya que fomentan una apreciación compartida de las dimensiones históricas y contextuales de la desposesión de tierras y bosques a través del aprendizaje de expresiones de dolor, canciones tradicionales, reuniones comunales y experiencias compartidas, que analizan y contextualizan la historia de la desposesión y abren discursos tácitos de forma plural. Así, conectan las luchas contemporáneas con las históricas, garantizando que se comprenda la importancia del movimiento y se extienda más allá de los límites del tiempo-espacio hacia la inmensidad de las historias conjuntas. Esto es especialmente importante porque los estudios revelan que, entre las 21.000 personas en camino a ser desalojadas, unas 9.034 pertenecen a tribus registradas y 3.601 a castas registradas. Los pueblos indígenas constituyen solo el 8,6% de la población total de la India y, sin embargo, más de la mitad de todas las personas desplazadas desde la independencia son de estos pueblos.15 Esto también es importante porque en el contexto de Deucha Pachami prevalecen formas explícitas y ocultas de silenciamiento, represión y distorsión de las intenciones de los manifestantes, incluso cuando facciones de los medios de comunicación y del gobierno fabrican interpelaciones de apoyo popular. Ateniéndose a regulaciones por la pandemia, la policía local abrió un expediente contra nueve manifestantes cuando se organizó una marcha de protesta en Dewanganj el 20 de febrero de 2022. Pocos días después, una robusta fuerza policial, dirigida por un influyente líder tribal, descendió sobre la zona, manifestándose a favor de la minería del carbón y distribuyendo cheques a los agricultores aparentemente “dispuestos”. La resistencia popular que obstaculizaba la concentración, encabezada principalmente por la comunidad Santhal, fue objeto de una brutal represión. La fuerza policial utilizó bastones en contra de la gente, lo que provocó graves lesiones a al menos veinticinco mujeres Santhal. Estas agresiones físicas son un indicio más de una angustia psicológica más amplia. El basalto grueso que forma el sustrato de esta zona alimenta de forma rizomática a los adyacentes, su acumulación en la antigua meseta de Chota Nagpur constela posibilidades de desesperación. Estas dinámicas dan lugar a potenciales convulsiones: disrupciones en los linajes establecidos, desesperaciones de los disparates, y suspensiones del legado y la agencia de los sistemas de conocimiento heredados. Se tacha sistemáticamente a les manifestantes de “anti-desarrollo”, “anti-gobierno” e incluso “Naxalitas”. Se les somete a falsas acusaciones legales muy graves como intento de asesinato y secuestro. Bajo la aniquilación cultural subyace una profunda falta de respeto por las tradiciones tribales y su profunda conexión con la tierra. Se perpetúan los prejuicios que describen a las comunidades tribales y sus regiones como “atrasadas” y “subdesarrolladas”. Estas condiciones se convierten en un subespacio que denomina a la expresión como protesta. La protesta es un pulso que genera circuitos de invitación y se derrama hacia otros continuos discursivos. Permitirse la voluntad y los vínculos relacionales sublima el vacío que el Estado pretende perforar. No hay resignación silenciosa.
Escritura mural organizada por el CPI-ML (2022). Fotografía de Tanmay Das.
Para las poblaciones indígenas desplazadas, sus sistemas comunitarios de gestión de recursos y bienes comunes físicos funcionan según normas e instituciones arraigadas al conocimiento generacional de una continuidad histórica dentro del ambiente natural. Este conocimiento se refuerza con la práctica diaria, mostrando la sostenibilidad inherente a su modo de vida. Incluso en medio de las protestas, esta sostenibilidad ofrece perspectivas valiosas para las prácticas ecológicas integrales. Las comunidades tribales demuestran un firme compromiso para salvaguardar su histórico entrelazamiento y simbiosis con la naturaleza. Al priorizar el bienestar de la comunidad sobre el progreso individual, estas comunidades se han mantenido relativamente al margen de las tendencias consumistas y explotadoras de la sociedad convencional. Por ejemplo, durante los mítines optan por las pancartas de tela en lugar de impresas, recogen hojas secas de los bosques de sal aledaños para utilizarlas como combustible para cocinar y tienen una precaución extrema en la gestión de los sistemas hídricos para evitar el agotamiento de la capa freática, incluso cuando la población local aumenta debido a la protesta. Su principal objeción al proyecto radica en la alteración de la vida y los medios de subsistencia tradicionales de la aldea, estrechamente ligados al bosque y a la tierra, que no podrían restaurarse ni con todas las indemnizaciones que se ofrezcan. El movimiento opera dentro de un proceso discursivo más amplio en el que las luchas asimilan normas y valores globales coherentes con sus objetivos, en particular la conservación ecológica y la justicia discursiva en este contexto temporal. Este “acoplamiento de marcos” se hace evidente en 1) los eslóganes que se repiten en la resistencia: “Koyla khoni hote debo na” (no dejaremos que siga adelante el proyecto de la mina de carbón), “Koylakhadan nahi chalega” (la minería de carbón no sucederá), “Vidhan Sabha Na Lok Sabha, shob theke boro amader Gram Sabha” (ni Vidhan Sabham, ni Lok Sabha, por encima de todo, nuestro Gram Sabha), y “Aboa Disham, Aboa Raj” (nuestro país, nuestro gobierno), 2) los ritmos y melodías, que son modificaciones de canciones tradicionales cantadas por la población indígena con motivo de la protesta, y 3) varias organizaciones populares: Birbhum Jomi, Jibon, Jibika o Prakriti Banchao Mahasabha (Birbhum Mahasabha para Salvar la Tierra, la Vida, los Medios de Subsistencia y la Naturaleza), Comité Deocha-Pachami Jami Raksha (Protección de la Tierra), Comité Deucha Pachami Adibasi Janajati Bhumi Raksha (Protección de la Tierra Reclamada por las Poblaciones Tribales), Save Democracy (Salvar la democracia), Jai Kisan Andolan (movimiento de agricultores) y Project Affected People’s Association (Asociación de personas afectadas por el proyecto), que se han unido a grupos tribales, líderes locales no-tribales, estudiantes, activistas, artistas y académicos, de espacios urbanos y otros. Por ejemplo, en el caso de Samirul Islam, presidente de Bangla Sanskriti Mancha (Plataforma Cultural de Bengala), una presencia significativa en el distrito de Birbhum, su compromiso de apoyar las decisiones de la población indígena en materia de indemnizaciones pone de relieve un aspecto crucial del movimiento. De manera similar, luego de la protesta de febrero de 2022, la detención durante una semana de T. Khan, S. Sengupta, Imam, R. Mohammad, Malek Mollah, y S. Nanda, Mohon Mardi y Kalicharan Baske, junto a Prasenjit Bose, economista y activista político residente en Calcuta, bajo los artículos 307 (intento de asesinato) y 364 (secuestro o rapto de una persona con fines de asesinato) del Código Penal Indio, pone de manifiesto la intensidad de la lucha. Esta protesta, organizada por la Birbhum Mahasabha, en la que se detuvo a intelectuales y activistas de Calcuta y Delhi, deja ver las implicaciones más amplias del movimiento y la gubernamentalidad. La solidaridad con las poblaciones indígenas vino principalmente de personas no-nativas, marginadas económica y socialmente, cuyas circunstancias materiales e intereses suelen coincidir con los de los manifestantes locales. También sufren formas de marginación espacial, a menudo acompañadas de dificultades económicas. Su apoyo se ancla a una prolongada impotencia, a percibir una opresión generalizada y a una frustración con el régimen político imperante. Muchos de los activistas locales que participaban en el movimiento carecían de experiencia previa en activismo y no eran profesionales. Se comprometieron con el movimiento por razones tangibles que afectaban directamente a su vida cotidiana, como el empleo, las preocupaciones medioambientales, la criminalización y la pérdida de tierras. Aunque muchas decisiones de la resistencia se toman por consenso a través del autogobierno local (Gram Sabha) —a menudo en contraste con las decisiones de gobiernos estatales o centrales distantes— el movimiento no es ajeno a la fragmentación política. Esta división va más allá del partido oficialista Congreso Trinamool de Toda la India, y de la oposición, el Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista) (Liberación), y se extiende a las organizaciones locales. Por ejemplo, la organización que impulsa el movimiento contra la contaminación, Birbhum Adibasi Gaonta, experimentó un cisma. Una facción, dirigida por Sunil Soren, se opone activamente al proyecto, mientras que la otra, bajo el liderazgo de Rabin Soren, dialoga con el gobierno sobre las preocupaciones de la población indígena local. Esta divergencia interna refleja las complejidades políticas en juego.
El movimiento de Deucha Pachami, aunque modesto y relativamente desconocido, tiene profundas implicaciones. Al igual que sucede con otros movimientos sociales sin suficiente financiamiento, podría desvanecerse en el flujo lineal del tiempo histórico, en medio de la escasez de recursos, el acoso estatal y la fragmentación política. La mina prosperará, la tierra se marchitará, los ríos se secarán y las comunidades perderán su legado y su cultura. Sin embargo, si el tiempo se percibe como una constelación luminosa de acontecimientos y espontaneidad que trasciende los confines de los relojes, el triunfo de este movimiento reside en su propia ocurrencia. La democracia debe abrazar el ruido, el desacuerdo y la disidencia. De lo contrario, la política exhala futilidades. Cuando cada persona tiene el poder de contar sus historias, se estimulan nuevas formas e imaginarios. La gente convergió en una participación líquida a través de actos de cuidado, solidaridad, empatía y disenso, generando un momento incandescente de auténtica transformación social. Los retumbos de la esperanza son un terreno más poderoso que aquel forjado por los temblores explosivos.